El mundo ha colapsado. No hay tregua, no hay aliados y cada restaurante es un vehículo blindado recorriendo un desierto hostil donde solo sobreviven los más astutos. Los descuentos son como balas disparadas al aire, las ofertas vuelan como proyectiles, y los clientes… bueno, los clientes cada vez están más locos y exigentes.

Cómo escapar del desierto rojo de la competencia

September 28, 20254 min read

El mundo ha colapsado. No hay tregua, no hay aliados y cada restaurante es un vehículo blindado recorriendo un desierto hostil donde solo sobreviven los más astutos. Los descuentos son como balas disparadas al aire, las ofertas vuelan como proyectiles, y los clientes… bueno, los clientes cada vez están más locos y exigentes.

Si te sientes atrapado en esta guerra sin fin, tengo noticias para ti.

La mala noticia: seguir peleando con las mismas armas de siempre (precios bajos, más publicidad, menús interminables) solo te dejará sin gasolina y tirado en la carretera.

La buena noticia: existe una ruta de escape. No es fácil, no es obvia y no está en el mapa, pero es la única que te sacará del desierto y te llevará a un lugar donde no tengas que competir a muerte cada día.

La pregunta es: ¿vas a seguir chocando con todos o vas a largarte a un sitio donde nadie más puede alcanzarte?

El error mortal: hacer lo mismo que todos

En este páramo infernal llamado hostelería, hay una epidemia: la clonación masiva de negocios. Todos parecen haber copiado el mismo manual:

  • “Voy a bajar los precios para atraer más clientes” (también conocido como suicidio financiero lento).

  • “Voy a meterme en delivery aunque mis márgenes ya sean mínimos” (sube al camión de la muerte, bienvenido).

  • “Voy a hacer más anuncios en redes sociales” (genial, otro restaurante pidiendo a gritos ‘ven a mi local’ entre miles de anuncios iguales).

Lo peor de todo es que la mayoría lo hace sin pensar. Siguen recetas de negocio que funcionaban hace 20 años, en un mundo donde la única constante es que todo cambia.

La ruta de escape: hacer lo que nadie más se atreve

Si te metes en una autopista llena de coches destrozados, sal del maldito camino. Hay desvíos por explorar, rutas que nadie ha tomado, lugares donde no necesitas pelear por cada cliente porque ellos llegan solos.

¿Cómo encuentras esas rutas? Aquí tienes algunas pistas:

1. Deja de vender comida, empieza a vender experiencias

Abre Instagram. Busca fotos de comida. Ahora dime, ¿qué tienen en común todas?

Correcto: son todas iguales.

Si quieres que la gente hable de tu restaurante, tienes que darles una historia que contar. No una hamburguesa más, no un plato “bien presentado”, sino algo que sea una maldita experiencia inolvidable.

Ejemplo real: Un restaurante en Corea donde comes en completa oscuridad. No ves nada, no sabes qué estás comiendo hasta que lo pruebas. ¿Competencia? Cero. ¿Experiencia? Inolvidable.

2. Rompe una regla del sector (y que se note)

Si sigues el manual de siempre, nunca vas a destacar. Rompe algo. Reinventa algo. Haz algo que la gente no espere.

  • ¿Todos los restaurantes tienen menú? Elimina el tuyo y haz que el chef decida qué va a comer cada cliente según su estado de ánimo.

  • ¿Todos los hoteles cobran por noche? Cobra por la experiencia. Imagina un hotel donde la gente pague por un “viaje en el tiempo”, no por dormir en una cama.

Los clientes no recuerdan lo normal, solo recuerdan lo diferente.

3. Cambia la forma en que cobras

¿Quieres que la gente valore tu producto? Cambia la forma en que lo vendes.

Ejemplo: Un bar en Londres donde no pagas por las bebidas, sino por el tiempo que pasas dentro. ¿Resultado? Gente que se queda más tiempo, socializa más, y recuerda la experiencia en lugar del precio de la cerveza.

Otro caso: un restaurante donde pagas lo que crees que vale tu experiencia. La confianza genera más beneficios que la guerra de precios.

4. Encuentra a tu tribu (y haz que se obsesionen contigo)

No puedes gustarle a todo el mundo. Pero puedes volverte indispensable para un tipo específico de cliente.

Ejemplo: Un hotel en Noruega donde solo se hospedan viajeros que buscan desconectar completamente de la tecnología. Sin WiFi, sin enchufes, sin tele. Si quieres cargar tu móvil, tienes que pedalear en una bici. ¿Cliente casual? No. ¿Tribu fiel que pagará lo que sea por esa experiencia? Absolutamente.

Lo mismo con los restaurantes. Si sigues intentando atraer a “todo el mundo”, acabarás sin atraer a nadie. Elige a quién quieres servir y hazlo mejor que nadie.

Conclusión: sigue peleando o escapa antes de que sea tarde

Puedes seguir en la carretera roja de la hostelería, donde los precios bajan hasta el infierno y las promociones son como parches en un neumático pinchado.

O puedes salirte del camino y construir tu propio oasis, un lugar donde los clientes no te comparen con otros porque no hay nada parecido a ti.

No es fácil. No es rápido. Pero es la única forma de dejar de sobrevivir y empezar a dominar.

Y en este apocalipsis, los que crean su propio mundo son los que terminan gobernando.

Ahora dime: ¿qué locura podrías hacer en tu negocio para dejar de competir y empezar a brillar?

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