El mundo cambió, las copas también. Mientras nuevas generaciones redibujan el placer de beber, muchos negocios siguen anclados en 2005. Es hora de repensar la experiencia líquida.

¿Sigues sirviendo lo mismo que en 2005?

October 31, 20255 min read

¿Sigues sirviendo lo mismo que en 2005?

Recuerdo perfectamente el año 2005.
Era la época de las sobremesas largas, del gintónic servido en vaso de tubo, del café cortado con azúcar blanca y del primer Red Bull en los backbars. El menú líquido de cualquier bar o cafetería giraba en torno al mismo eje: alcohol, cafeína y azúcar. Eran los pilares del ocio, del consumo y de la conversación.

Han pasado veinte años.
Y sin embargo, en demasiados locales, la carta de bebidas sigue anclada en aquella época. Como si el mundo no hubiera cambiado. Pero lo ha hecho —y mucho—.

Los clientes han cambiado.
Los valores han cambiado.
Y el acto de beber también.


La revolución silenciosa del “no alcohol”

Si hoy tuviera un bar, una cafetería o cualquier espacio donde la bebida sea protagonista, mi prioridad sería una: crear una carta sin alcohol irresistible.
Y no lo digo porque esté de moda. Lo digo porque es una tendencia estructural, sólida y en expansión.

Según el Ministerio de Sanidad español, el 60,2% de los jóvenes de 15 a 24 años declara haber consumido alcohol en el último mes, frente al 81,9% en 2004 (EDADES, 2023).
En Reino Unido, la ONS reporta que el 20% de los adultos entre 18 y 24 años no bebe absolutamente nada.
Y en EE. UU., la consultora Berenberg Research concluye que la Generación Z bebe un 20% menos alcohol que los millennials.

La tendencia es global.
Y no tiene marcha atrás.

La cultura del mindful drinking —beber con conciencia— no es una cruzada moral ni un esnobismo wellness. Es la expresión de una nueva mentalidad: la del cliente que busca placer sin consecuencias, experiencias más saludables, y marcas que comprendan su deseo de disfrutar sin sentirse juzgado.

Primera pregunta para reflexionar:
Si tus clientes de hoy beben distinto, ¿por qué tu carta sigue igual?


El nuevo placer está en el ritual, no en el grado

El éxito del cóctel sin alcohol no está en la renuncia, sino en la reinterpretación del ritual.
El cliente no busca “no beber”. Busca sentirse incluido. Poder brindar, tener una copa bonita, participar del momento.
Por eso, los mocktails dejaron de ser limonadas decoradas para convertirse en creaciones con identidad propia.

En Londres, Nueva York o Copenhague, los mejores bares ya tienen cartas paralelas de cócteles sin alcohol con igual nivel de complejidad que las versiones tradicionales. Detrás hay botánicos, fermentaciones naturales, infusiones y siropes artesanales. El cliente quiere sofisticación, no sustitutos.

Y algo similar ocurre con el café, el té, los functional drinks o las kombuchas: el consumo se ha diversificado. En las cafeterías de vanguardia, una carta sin opciones fermentadas, adaptogénicas o de baja cafeína ya parece incompleta.

Segunda pregunta para reflexionar:
¿Qué emociones despierta tu carta de bebidas? ¿Sigue prometiendo lo mismo que hace veinte años?

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La carta como espejo de tu tiempo

La carta líquida de un local no solo define lo que se sirve: refleja cómo entiendes a tus clientes.
Es un manifiesto silencioso de tus valores.

Un bar que incorpora bebidas sin alcohol de calidad está diciendo:

  • “Te entiendo.”

  • “Puedo ofrecerte placer sin etiquetas.”

  • “Aquí todos pueden brindar.”

Y en ese gesto reside una oportunidad enorme de diferenciación y fidelidad emocional.

Porque el futuro no será binario entre alcohólico y no alcohólico. Será híbrido, flexible y cambiante. Los clientes elegirán según su momento vital, su contexto o su estado de ánimo. El papel del anfitrión será ofrecer opciones y narrativas líquidas para cada elección.


Nuevos rituales, nuevos ingresos

Además, innovar en la carta sin alcohol no es solo una cuestión ética o estética: es estratégica.
Los márgenes pueden ser incluso mayores, la rotación más rápida y el ticket medio más estable.
Un cóctel sin alcohol bien diseñado puede costar lo mismo que uno clásico, sin pagar impuestos de bebidas alcohólicas ni sufrir las mismas restricciones de horario o control.

Los grandes grupos ya lo saben.
Diageo, por ejemplo, adquirió marcas como Seedlip o Ritual Zero Proof.
Heineken lanzó su 0.0 hace casi una década, y ya supone más del 10% de sus ventas globales.
Y los supermercados reservan lineales completos a bebidas low & no alcohol.
El consumo se está reescribiendo delante de nosotros.

Tercera pregunta para reflexionar:
¿Qué porcentaje de tu carta actual responde a los hábitos reales de consumo de tus clientes de 2025?


Cómo empezar a cambiar

El cambio no requiere una revolución inmediata.
Basta con pensar tu carta como un ecosistema vivo, no como un catálogo fijo.
Algunas ideas sencillas:

  1. Crea un bloque “Zero Proof” en tu menú. Dale nombre, personalidad y estética propia.

  2. Forma a tu equipo: deben saber recomendar y narrar estas bebidas con la misma pasión que un vino o un cóctel clásico.

  3. Colabora con productores locales de kombucha, infusiones, cold brew o fermentados. Eso genera identidad y sostenibilidad.

  4. Cuida el ritual visual: la copa, el hielo, la decoración, la presentación. El ojo también bebe.

  5. Escucha a tus clientes: sus hábitos son el mejor radar para anticipar el futuro.


El nuevo brindis

La hostelería siempre ha sido reflejo de su tiempo.
Y el nuestro pide moderación con estilo, placer con conciencia y diversidad en la experiencia.
El futuro no lo construirán los que sirvan más, sino los que sirvan mejor.

Así que, si sigues ofreciendo lo mismo que en 2005, puede que no estés sirviendo a tus clientes de 2025.

La evolución del beber no trata de decir “no al alcohol”.
Trata de decir sí a la experiencia, sí al bienestar y sí a la libertad de elegir.

Porque brindar —al fin y al cabo— nunca fue solo cuestión de grados.
Fue siempre cuestión de significado.

Eva

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