Cuando lo que vendes brilla en Instagram pero no se siente al llegar. Una reflexión sobre destinos silenciados, expectativas y cómo tu estancia puede reconciliar retazos de filtro con autenticidad real.

Destino filtrado o autenticidad cruda: el choque que cuenta

November 04, 20254 min read

Destino filtrado vs destino auténtico: lo que descubrí cenando y viajando

Estaba cenando una noche con nuestro hijo mayor y un par de amigas suyas. Hablábamos de viajes, de destinos nuevos que habían visto en Instagram, de esas postales que te enamoran: Montenegro, Albania, la costa balcánica, pequeños pueblos escondidos, rincones con historia, naturaleza pura, playas turquesas.

Yo decía: “Mira este lado de Albania, qué belleza que nadie ha masificado todavía”; otra decía: “Vi unas fotos de Montenegro que parecían sacadas de un sueño”. El chico mayor los escuchaba, sonriendo, y de repente me suelta: “Eva, de todas formas son destinos muy filtrados”. Me explico: “filtrados” como en filtros de Instagram, Photoshop, retoques, curaduría de foto perfecta. Lugares reales, sí, pero con una versión muy pulida.

Aquella frase me hizo pensar. ¿Cuántas veces viajamos con la expectativa de ver algo auténtico, paisajes sin masificar, cultura local intacta, para encontrarnos con que el lugar está ya listo para la foto, ya preparado para el carrete? ¿Cuántas veces la autenticidad se ve comprometida por la necesidad de “verse bonito”?


Filtrado vs autenticidad: dónde duele la discrepancia

Cuando un destino parece perfecto en Instagram, uno espera una continuación de esa perfección en la realidad. Pero muchas veces:

  • Llegas y descubres multitudes allá donde aparecían playas vacías.

  • Hoteles boutique que en foto parecían aislados, en realidad rodeados de turismo de masa.

  • Restaurantes que sirven platos “auténticos” pero preparados para impresionar, no necesariamente para nutrir identidad local.

Todo eso no significa que lo filtrado sea malo por definición, pero sí cuando la discrepancia entre expectativa y realidad crea decepción, o peor: hace que la autenticidad quede reducida a decorado.

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La reflexión para hoteles y restaurantes

Porque nosotros también hacemos turismo con ojos de servicio. Como propietarios o directores de hotel o restaurante, lo que prometéis en marketing se vive en primera persona cuando alguien cruza vuestra puerta.

Primera pregunta de reflexión:
👉 ¿Tu marca está vendiendo autenticidad, o solo una versión muy retocada de ella?

Si tu Instagram muestra amaneceres virados desde drones, platos ultracuidatos, espacios pulidos, ¿cómo garantizas que el huésped o cliente que llega encuentre algo que no sea solo imagen?


Experiencia completa: coherencia narrativa del destino

La autenticidad se construye no solo con lo visible sino con lo sentido: olores, sabores, gestos, historias locales, conversación, imperfecciones que hacen humano el lugar.

  • Si vendes “turismo rural íntimo”, cuida que no se oigan coches todo el rato.

  • Si promocionas gastronomía local, lleva al cliente a conocer al productor, usar ingredientes verdaderos.

  • Si prometes tranquilidad, que no haya construcciones medianas que arruinen la vista, que la luz artificial no mate el cielo estrellado.

Segunda pregunta de reflexión:
👉 ¿Dónde están hoy las tensiones entre lo que vendes como destino ideal y lo que tu hotel/restaurante puede ofrecer realmente?


El valor de lo imperfecto bien gestionado

Lo imperfecto puede ser hermoso, cuando está bien gestionado. Una calle adoquinada irregular, un amanecer nublado, un camino de tierra: si formas parte de la narrativa auténtica del destino, son motivos para enamorar, no para borrar con filtro.

Algunos ejemplos de autenticidad:

  • Un desayuno con productos del huerto, con moscas revoloteando (sí), pero sabor real.

  • Una anfitriona local contándote historias de su pueblo, no solo guías editadas.

  • Una caminata real, sin pasarela, sin selfie stick en cada piedra, solo pasos y paisaje.


Cómo aplicar esto en tu estrategia de hospitalidad

Para propietarios y directores de hoteles o restaurantes, estas ideas prácticas pueden cerrar la brecha entre destino filtrado y autenticidad real:

  • Fotografía honesta: usa también fotos sin filtros, con luz natural, mostrando momentos menos perfectos, que transmitan emoción más que pulcritud absoluta.

  • Storytelling local: invita a narrar historias reales de la comunidad, de los proveedores, de los recuerdos de quienes viven allí.

  • Experiencias inmersivas: más allá del “insta moment”, organiza experiencias pequeñas como clases locales, pequeños tours, cenas con habitantes del lugar.

  • Transparencia: si estás lejos de la perfección que vendes, háblalo: “una mañana lluviosa añade otro encanto”, “las flores tardan en aparecer”, “las terrazas tienen pocos vecinos”, etc.

Tercera pregunta de reflexión:
👉 ¿Qué detalle auténtico puedes incorporar hoy para que tus clientes vivan la versión real, no solo la filtrada?


Conclusión: elegir qué promesa cumplir

Mi conversación con el chico mayor no fue solo generacional; fue una invitación a pensar qué esperamos de los viajes, qué queremos ofrecer cuando gestionamos un espacio de hospitalidad.

Un destino auténtico no compite solo con lo bonito, compite con lo verdadero. Y lo verdadero tiene imperfecciones, olores, sonidos, historias que no se alinean siempre con la mejor edición de Instagram, pero que marcan memoria.

Si gestionas un hotel o restaurante, tienes una responsabilidad hermosa: no solo ser escenario, sino narrador de lo auténtico. Porque la promesa real es la que viene luego de la foto, después del filtro, cuando el viajero realmente camina, come, respira el lugar.

Eva

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